“Neumonía” es un término general que engloba las infecciones de pulmón, que pueden estar provocadas por diversos microorganismos, como virus, bacterias, hongos y parásitos.

A menudo, la neumonía empieza tras una infección de las vías respiratorias altas (una infección de nariz y garganta). En estos casos los síntomas de neumonía se ponen de manifiesto dos o tres días después de haber contraído un catarro o dolor de garganta.

Signos y síntomas
Los síntomas de neumonía varían, dependiendo de la edad del niño y de la causa de la neumonía. Algunos de los síntomas más frecuentes son:

fiebre
escalofríos
tos
respiración inusualmente rápida
emisión de sonidos sibilantes y ruidos roncos al respirar
respiración trabajosa que hace que los músculos intercostales se retraigan (los músculos de la caja torácica o entre las costillas se hunden con cada respiración)
vómitos
dolor torácico
dolor abdominal
disminución de la actividad
pérdida del apetito (en los niños mayores) o escaso interés por el pecho o el biberón (en los lactantes)
en casos extremos, color azulado, gris o amoratado en los labios y las uñas de las manos.
A veces el único síntoma que presenta un niño con neumonía es la respiración rápida. En ocasiones, cuando la neumonía afecta a la parte inferior de los pulmones, ubicada cerca del abdomen, puede no haber ningún problema respiratorio, pero habrá fiebre y dolor abdominal o vómitos.

Cuando la neumonía es de origen bacteriano, generalmente el niño infectado enferma relativamente deprisa y experimenta una súbita aparición de fiebre alta y respiración inusualmente rápida. Cuando la neumonía es de origen vírico, los síntomas tienden a aparecer de forma más gradual y suelen ser menos intensos que en la neumonía bacteriana. La respiración sibilante es más frecuente en la neumonía vírica.

Algunos tipos de neumonía provocan síntomas que dan pistas sobre qué gérmenes están causando la enfermedad. Por ejemplo, en niños mayores y adolescentes, la neumonía provocada por Mycoplasma (también denominada neumonía atípica) se caracteriza por provocar dolor de garganta y de cabeza aparte de los síntomas de neumonía habituales.

En los lactantes, la neumonía provocada por Chlamydia, además de provocar síntomas leves, puede asociarse a conjuntivitis en ausencia de fiebre. Cuando la neumonía está provocada por la tos ferina (también denominada pertusis), el niño puede tener largos episodios de tos, ponerse cianótico (azul) debido a la falta de aire o emitir un sonido aspirado característico al intentar coger aire.